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Tener cáncer no es una lucha fácil, y menos en España. Esta enfermedad degenerativa está conviertiéndose en pionera de la causa de muerte en los países desarrollados y por ahora no se ha encontrado una cura generalizada. Sin embargo, los esfuerzos por paliar esta enfermedad del S.XXI son cada vez mayores. Pero estos esfuerzos no se escapan de los intereses que hay detrás de casos partículares, como podrían ser las mismas farmacéuticas, las multinacionales (y sus respectivos productos) y no olvidar, lamentablemente, de los mismo gobiernos. Y aunque cueste creerlo, es así. Pero que sea así no quiere decir que tenga que ser así. Por este motivo hay personas que han considerado unirse a la lucha. Una lucha justificada, necesaria para las miles de personas que padecen esta injusta enfermedad. Y una de las mejores referencias de esta pugna interminable es, sin duda alguna, Beatriz Figueroa, quien lleva años plantando cara a la hipocresía del cáncer en el Estado Español.

 

Abogada, periodista y activista por los derechos sociales, Beatriz, de origen viguense, han dejado todo lo que había construído a lo largo de su vida para dedicarla a la lucha contra el cáncer, en concreto, contra la Administración Pública. Como afirma en la circular titulada, sin tus derechos estás desnudo frente al cáncer: “La batalla contra el cáncer se libra en dos frentes: el primero, bien conocido por todos, es la propia enfermedad (…) Los que nos encontramos dentro nos vemos obligados a luchar en un segundo frente: el de la Administración”. Para aclarar esta premisa hay que basarse en una serie de hechos. Aquel que padezca cáncer y le imposibilite para ejercer su oficio durante un largo periodo de recuperación, si en el momento que le diagnostican la enfermedad se encuentra en desempleo contributivo, es decir en “el paro”, independientemente de los años que haya cotizado a la Seguridad Social, pasará a percibir 426€ mensuales. Además, quienes padecen cáncer han de abonar hasta el 40% de lo que reciben para costearse los medicamentos necesarios para seguir adelante. Y este hecho le ocurrió a Beatriz en primera persona. Cuando le diagnosticaron cáncer de mama en 2011, pasó de tener una vida estable, trabajando de abogada y habiendo ejercido durante muchos años de periodista, a perder su trabajo y verse en una situación de exclusión social. Con el terreno laboral y la Administración dándole la espalda a Beatriz, esta viguesa decidió actuar y efectivamente, asi hizo. Cansada de ver la pared blanca de su salón, imposibilitada sin saber cómo actuar, decidió dejarlo todo por su lucha, y la de todos los que sufren cáncer, porque ya no le quedaba nada que perder. Así, cargada de valor y moral, acudió hasta tres veces a los tribunales para poder solicitar el reconocimiento de su incapacidad. Sin embargo, rechazaron su solicitud alegando la falta de signos de discapadidad, entre otros motivos, como el de que su familia podía ayudarla económicamente, aunque no fuese así ya que Beatriz se encuentra sola en esta lucha pues perdió a sus padres años atrás y es mujer soltera.

 

Pero que le negaran la incapacidad no le hizo mermar su esfuerzo de conseguirla, por lo que decidió pasar a la acción y finalmente la justicia le acabó dando la razón. Su prestación aumentó económicamente, consiguiendo una pensión del 55% de su base regulativa de sus años laborales. Pese a este logro personal, Beatriz seguía sintiéndose sola y en la misma situación que en la de su inicio. Quería seguir luchando por conseguir la incapacidad absoluta, con el 100% de la base regulativa. Por lo que el 13 de mayo de 2013 inició una huelga de hambre que duraría un mes, bajo el lema: “Sergas te cura el cáncer. El INEM y el INSS te matan de hambre”. Con ello quería denunciar la situación de indefensión socioeconómica de los enfermos de cáncer. Es más, Beatriz consiguió reunir más de 500.000 firmas para realizar una propuesta legislativa presentada por el partido Bloque Nacionalista Gallego (BNG) ante el Congreso de los Diputados. Con toda la oposición a favor, la propuesta no llegó a tramitarse únicamente por el voto en contra del PP. Sin embargo, la propuesta sigue activa y en crecimiento, contando actualmente con 556,744 firmas, en la plataforma www.change.org. Con esta reforma, Beatriz Figueroa pretende modificar la ley General de Seguridad Social para aportar una protección especial a los enfermos de cáncer y que al mismo tiempo, les otorgue una mayor seguridad jurídica y económica, pudiendo solicitar la incapacidad permanente si fuera preciso. Y una de las premisas más importantes de su propuesta de cambio de ley es que no sean los juzgados quienes reconozcan las incapacidad, sino las valoraciones realizadas por oncólogos y especialistas. Y sobre todo, de una manera eficaz, rápida y accesible para todos.

 

Uno de los mejores ejemplos, en tanto a materia legislativa sobre el cáncer, es Francia. Nuestros vecinos nos llevan mucha ventaja en derechos sociales a los enfermos, sobre todo, de cáncer. Mediante su tercer plan anti-cáncer pretenden: curar más y mejor; preservar la continuidad y calidad de vida; invertir en prevención e investigación y optimizar la gestión y los organismos de lucha contra el cáncer. Uno de los apartados más destacables, sin duda alguna, es el de disminuir el impacto del cáncer sobre la vida personal: “es el concepto de la “pena doble” (haber tenido cáncer y que eso suponga un freno en su vida futura)”. Parece algo muy obvio y de sentido común, sin embargo, ¿por qué no se lleva a cabo a la práctica en España? ¿Ha de depender la salud a los intereses de la coyuntura política en el gobierno? Es un tema que nos afecta a todos, y del que la mayoría está sensibilizado, pero en la práctica es algo muy contrario. El problema se individualiza y nadie asume las consecuencias de la enfermedad más que el propio enfermo. Es la hipocresía del cáncer en España. Las mismas organizaciones que luchan contra él, como es el caso de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), se desentienden de las propuestas para mejorar la situación de los enfermos y la Administración no hace más que poner trabas a la dignidad de cualquier persona, vamos, a vivir mejor. Y tras algo tan inherente al ser humano están todas aquellas personas que están poniendo su granito de arena para enterrar el actual sistema de prestaciones de la Seguridad Social. Y la voz de todas estas personas es Beatriz Figueroa.

 

Gracias a Beatriz, miles de personas que padecen cáncer en España pueden tener una esperanza y un gran apoyo en esta dificil batalla por los derechos sociales. Ella ha sido la llama que ha encendido la mecha, y junto a ella, cada vez son más las personas que se han unido a su causa, tratando de mejorar las condiciones de personas sin recursos ahogadas en un sistema deshumanizado. Y plantándole cara a este sistema, siempre fuertes y unidos, está la familia Blanco Cornejo .

 

Javier Blanco, padre de Sara y marido de Ana Cornejo, es un padre de familia de Viladecans que se encuentra en la misma situación por la que tuvo que luchar Beatriz Figueroa, con la excepción del gran apoyo que le ha brindado su familia desde el inicio. El 6 de enero de 2006 le fue diagnosticado el Linfoma No Hodgking, un tipo de cáncer hematológico que surge en los linfocitos, un tipo de glóbulo blanco de la sangre. Javi siempre había gozado de una estabilidad económica, trabajando para Dragados, de ACS. Al detectarle el cáncer, tuvo que dejar el trabajo para comenzar con el tratamiento. Estuvo dos años con terapia constante y su carcinoma se estabilizó hasta el punto de que en 2008 entró a trabajar para la empresa SACYR, ya que podía compatibilizar los horarios del trabajo con el tratamiento. Sin embargo, en agosto de 2012 fue despedido de la empresa, porque el volumen de trabajo había descendido considerablemente y buena parte de los directivos, oficiales de primera y jefes de obra se trasladaron a otra sede en Panamá.

 

Mientras tanto, Ana, su mujer, era encargada en un restaurante, que le permitía llegar a fin de mes sin la ayuda de su marido. Pero la suerte no estaba de su lado y en 2011 perdió el trabajo, por lo que compatibilizaba su prestación del paro con el sueldo de Javier para seguir adelante. Pero en 2012, tras perder su trabajo, ambos pasaron a depender de las prestaciones sociales de la Seguridad Social. Sin perder la esperanza, y con la enfermedad aparentemente estabilizada, Javi trató de hacer todo lo posible por encontrar trabajo, pero nunca había resultado. Aguantaron lo que pudieron, pero a finales de 2012 se le acabó la prestación del paro a Ana, y a Javi cada vez le quedaba menos. Por si fuera poco, en 2013 le vuelven a diagnosticar el linfoma, con tan sólo cinco meses para que se le acabara el paro. Por ello, en enero de 2014, ya sin paro, solicita la baja en el INSS y se la conceden: pasa a percibir 426€ mensuales. Lo único que le consolaba era saber que al concederle la baja, se le congelaba el subsidio y podría disponder de él más adelante. Pero seguiría siendo muy poco para poder llegar a fin de mes. De esta forma, una vez iniciado un tratamiento voluntario de Rituximab, Javier solicitó la incapacidad y pudo conseguir, a duras penas, la total, con su respectivo 55% de la base de cotización. De todas formas, su vida se ha convertido en un calvario para poder seguir adelante, no sólo económicamente sino moral y físicamente. La desesperación y la incertidumbre se ha convertido en una realidad cada vez más palpable, sin embargo, la famlía Blanco no decae y sigue luchando contra las adversidades. “No puedo trabajar, pero no me dan la pensión por incapacidad. ¿Qué hago para dar de comer a mi familia? O robo un banco o me pego un tiro”, afirma Javi en la mesa de su comedor, llena de papeles e informes médicos. “Venga chaval a trabajar, que sólo tienes cáncer”. Así se siente cada vez que hace frente al INSS. Pero afortunadamente, y gracias al incondicional apoyo de su mujer e hija, Javi ha podido obtener este pasado febrero la incapacidad total. Después de nueve años de lucha, de vaivenes emocionales y constantes visitas al ICO, ha conseguido lo que le correspondía desde el primer momento. Mientras tanto, su mujer sigue buscando trabajos temporales que le permitan costear los costosos fármacos y los daños derivados del cáncer. Eso sí, siempre con una sonrisa en la cara.

 

Nadie sabe el porvenir de tan delicada e injusta situación. Parece algo de tanto sentido común pero sin embargo todo sigue igual. Bueno, no. Todo no. Ese no son miles de personas que se han unido a la causa de Beatriz Figueroa y que luchan por lo más loable a lo que se puede aspirar: la dignidad de todos y cada uno de ellos.

 

 

 

 

 

 

 

 

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